El conflicto bélico entre ambos países de Europa del este ha traído diversas complicaciones para el comercio internacional, muchas de las cuales afectan directamente a la industria de los alimentos. Nos referimos a la subida de precios, el desabastecimiento e interrupciones en la cadena de suministros.
Sin embargo, uno de los mayores problemas, y del cual no se ha hablado con demasiada profundidad, son las restricciones a las exportaciones que determinaron muchos países una vez comenzado el conflicto.
Estas medidas se explican principalmente por la escasez y encarecimiento de algunas materias primas, como el aceite o el trigo, durante el transcurso de la guerra. Recordemos que estos productos de hicieron mucho más difíciles de conseguir, ya que tanto Ucrania como Rusia son grandes productores de dichos insumos.
Por ende, el resto de países reorientó en muchos casos, la producción interna de estos alimentos hacia el uso doméstico, para así solventar el desabastecimiento que se producía por la guerra.
Durante el año pasado, 32 países del orbe habrían impuesto 77 restricciones diferentes a sus exportaciones, según informó el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (Ifpri). De estas medidas, 46 se tratan de prohibiciones a su comercio internacional, 11 a requisitos de licencia, 6 a impuestos y las restantes son una combinación de limitaciones.
Ya transcurrido un año del comienzo de la guerra, y con un panorama económico internacional mucho más benigno, estas restricciones han comenzado a reducirse. Según fuentes del mismo Ifpri, las limitaciones a las restricciones han caído en más de un 50%, en comparación a su punto más alto de mayo del 2022.
Este levantamiento de las restricciones se explica por diversos motivos. Uno de ellos es que los países encontraron sustitutos de algunos alimentos que estaban escaseando, por ejemplo, comenzar a consumir más arroz en vez de trigo. Una segunda razón es la búsqueda de un nuevo proveedor que les suministre la materia prima. Tal es el caso de Egipto, que comenzó a comprarle trigo a otros países de Europa y a Estados Unidos, ante la imposibilidad de Ucrania de abastecerlos.
Como sea, los precios de los alimentos continúan estando elevados por causa de la guerra, y están lejos de alcanzar los niveles que tenían en 2021. Y a pesar de que la situación mejora y las previsiones más pesimistas no se han concretado, continuamos en una situación delicada, donde algunos países mantienen ciertas restricciones a su comercio internacional.
Fuente: Diario Financiero